Bogotá, noviembre 24 de 2019
El 21 de noviembre de 2019 las centrales obreras (CUT, CGT, CTC, CPC); la Coordinación de Organizaciones Sociales; la Cumbre Agraria Campesina, Étnica y Popular (CACEP); el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC); organizaciones estudiantiles (UNEES, ACREES) y más de cien organizaciones sociales y sindicales de todo el país convocaron a una jornada nacional de paro cívico para expresar su rechazo a la reforma laboral, pensional y tributaria, para exigir el cumplimiento de los acuerdos suscritos con trabajadores, estudiantes y campesinos en jornadas anteriores de movilización, el cumplimiento a cabalidad del Acuerdo Final de Paz suscrito con las FARC, y garantías de vida y libertad ante el incremento de las masacres, desplazamientos, desapariciones, amenazas y asesinatos selectivos contra lideresas y líderes sociales y activistas por los derechos humanos.
El Paro Nacional #21N se ha presentado como una manifestación sin precedente en la historia reciente del país, y su magnitud ha sido solo comparada con el Paro Cívico de 1977. Sin embargo, es importante reconocer como antecedentes de esta jornada diferentes expresiones de indignación popular de la última década como la Minga de abril, las movilizaciones estudiantiles y de trabajadores de este año, la movilización en defensa del proceso de paz con las FARC, el paro agrario de 2013 y la emergencia del movimiento estudiantil de 2011 por mencionar algunas. Expresiones que fueron más allá de reivindicaciones económicas puntuales de sectores sociales específicos para cuestionar los propios cimientos del sistema y el régimen político y económico que durante décadas ha mantenido al pueblo colombiano en desigualdad, exclusión y guerra.
Mensajes de convocatoria previas al Paro.
Una semana antes del inicio de las movilizaciones se lanzó la campaña mediática de estigmatización del gobierno y sectores sociales y políticos de derechas, sin embargo, esta logró dar mayor visibilidad a la convocatoria, permitiendo que días previos al paro más personas se sumaran en medio de la indignación que produjeron varios de los mensajes producidos por la propaganda oficialista. El partido de gobierno (Centro Democrático) y el propio presidente Iván Duque, pretendían con esta campaña mediática desactivar la movilización afirmando que no existían razones para tal convocatoria y señalando públicamente que el paro estaba promovido por el Foro de São Pablo y el “anarquismo internacional”, aludiendo a los vínculos con las protestas de este año en Ecuador (octubre) y Chile (octubre y noviembre). En este panorama, el Paro Nacional, que en principio estaba previsto para un solo día (21 de noviembre) con el objetivo de presionar la apertura de una negociación entre el Gobierno y las organizaciones convocantes, terminó por desbordar los tiempos y las agendas anunciadas.
Llegado el 21 de noviembre el país se fue vistiendo de fiesta a medida que miles de personas en diferentes ciudades del país se movilizaban llenando las calles de música, arengas y gritos de indignación para expresar sus razones para protestar: desde las anunciadas reformas laborales y pensionales, pasando por el incumplimiento del Acuerdo de Paz y la falta de garantías para la conservación del medio ambiente, hasta el reciente bombardeo a disidencias de las FARC en San Vicente del Caguán en el que murieron 18 menores de edad en un operativo que en su momento el presidente calificó de “impecable”. Pero al avanzar la jornada la fiesta se transformó en tragedia luego de desatarse una serie de confusos actos violentos en ciudades como Cali y Bogotá, que generaron pánico en la población y justificaron medidas de contención por parte del gobierno nacional y algunos gobiernos locales como toques de queda, militarización y fuerte represión a las personas manifestantes. Ante las medidas de restricción adoptadas por el Gobierno, la ciudadanía optó por manifestarse la noche del 21 mediante un masivo cacerolazo que en algunos lugares se expresó como desacato al toque de queda.
Tras las alteraciones al orden público presentadas durante la jornada de protesta, el miedo se apoderó de la noche del 21 en Cali y del 22 en Bogotá a través de la difusión de informaciones falsas e infundadas en medios de comunicación y redes sociales que buscaban alterar a la población y conducirla a un pánico que pidiera a gritos la finalización del paro. Por fortuna, estos mensajes de terror poco a poco fueron siendo desacreditados, pues se puso al descubierto la presunta participación de la fuerza pública en dichos actos. Esto, gracias a las denuncias de la ciudadanía que grabó y publicó en redes sociales imágenes de la policía infiltrando marchas y rompiendo vidrios y vehículos durante el toque de queda, obligando a esta institución y a la alcaldía de Bogotá a pronunciarse públicamente para desmetir la información sobre “actos vandálicos” en barrios residenciales.
El 23 de noviembre pese al miedo, la fuerte represión de la policía y las estrategias del gobierno para desmontar la movilización, cientos de personas salieron nuevamente a las calles para expresar de manera pacífica su indignación. La respuesta del gobierno a dos días de protestas fue, de una parte, reunirse con empresarios y comerciantes para discutir temas de seguridad y, de otra, reprimir nuevamente la protesta con desmedida violencia. Como consecuencia decenas de manifestantes resultaron detenidos y heridos, entre ellos el joven Dilan Mauricio Cruz de 18 años, quien recibió un impacto de un artefacto en la cabeza lanzada directamente por el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en pleno centro de la capital del país.
El presidente Iván Duque invitó a los alcaldes electos (en los comicios de octubre) a reunirse el domingo 24 de noviembre en lo que llamó una “conversación nacional” para buscar respuestas a las protestas. También llamó al comité promotor del paro a una reunión el próximo 27 de noviembre con el mismo propósito. Las soluciones a las exigencias expresadas en las calles no son sencillas e inmediatas, pues ha quedado en evidencia que las razones del Paro son estructurales y ponen en cuestión el modelo de estado que sostiene a una élite que no solo ha incumplido los acuerdos políticos con los diferentes sectores sociales sino además, incumple la Constitución y la ley. Para los próximos días, la ciudadanía sigue convocando a la movilización amplia e indefinida, sin que medie la representación política del Comité Nacional de Paro, los partidos políticos y los mandatarios recién electos.
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